Capitulo I
Charlotte cruzó llorando el jardín delantero de su casa y abrió de un puntapié la reja que la separaba de la calle. Otra vez había peleado con su madre, otra vez su madre la había golpeado. Aunque, realmente entendía a la pobre mujer, es decir, todo ser humano tiene derecho a odiar a la persona que le arruina la vida. Ella, Charlotte, siempre había tenido esa sensación; su madre la odiaba por el simple hecho de haber nacido en el momento más inoportuno de su juventud, impidiéndole hasta terminar sus estudios, mandándola a trabajar a los cortos diecisiete años para poder mantenerse viva y llevar algo a la mesa de la casa que compartía con su, ahora ausente, novio.
Era bastante tarde, cerca de la media noche, cuando se cansó de caminar hacia ninguna parte y se dio cuenta que había llegado a la plaza que estaba muy cerca de aquel extraño lugar que siempre estaba en silencio y oscuro; el cementerio.
Se sentó bajo un árbol extremadamente grande, que la ocultaba de toda mirada, y continuó llorando. Cuanto deseaba en aquel momento poder desaparecer de la vida de su madre, dejarla en paz para que hiciera lo que quisiera, para que pudiera vivir todas las cosas que le resultaron imposibles en su momento debido a ella.
Ahora que lo pensaba, su vida tampoco era muy buena. Tenía quince años y no podía hacer otra cosa que no fuera estudiar. A demás, siempre se había sentido tan sola... la única persona que una vez la entendió y la acompañó en su soledad, había desaparecido. Simplemente se había evaporado de su vida, nunca más lo había vuelto a ver desde que se hubieran encontrado aquella noche en el cementerio, hacía tanto tiempo ya.
Todo el mundo la calificaba como alguien sumamente rara, siempre la miraban en menos, la despreciaban por lo que alguna vez había sido su madre, en fin, tenía menos oportunidades que cualquier persona en esa ciudad de cemento y contaminación. En el colegio, era la niña extraña con problemas de autoestima que escribe novelas románticas suicidas. En su calle, era la hija de la mujer menos prestigiada de todas, y por eso no les extrañaba que fuera a terminar como ella. En su casa, su madre la trataba como si fuera una delincuente juvenil. Y, sin embargo, nadie la trataba como la había tratado Will en algún momento. Como lo extrañaba...
[...]
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