Capitulo III
Lenta y cuidadosamente ladeó su cabeza y quitó su cabello, dejando al descubierto un hermoso y reluciente cuello marfilado en el que resaltaba de manera increíble la arteria por la cual corría la vida de Charlotte, que él, Will, arrancaría de su cuerpo.
Posó sus labios sobre la suave y cálida piel de su hermosa amante y rápidamente clavó sus colmillos. Ella se asustó y dio un respingo. Abrió mucho los ojos y se aferró a los hombros de Will. La respiración se le entrecortaba y la vista se le nublaba. En el momento en que él hubo agujereado su cuello, un chorro de ardiente sangre había chocado contra su paladar, extasiándolo. Su boca se inundaba de aquella sustancia espesa, de vida que estaba siendo robada, de energía. Charlotte comenzó a tener visiones sobre su pasado. También estaba en un extraño sopor que la adormecía lentamente. Will prefirió no desangrarla totalmente y se sentó en el pasto, recostándola en su regazo.
-Will, porque lo hiciste?
-Quería que fueras feliz, amada mía. Quería que dejaras de atormentarte por cosas que no eran tu culpa. Que de una vez por todas conocieras lo que era el placer de morir. Aunque quizá es la parte más dura de vivir; morir y tener que decir adiós a la vida que tuviste, tener que alejarse de las decisiones que tomaste, aceptar que nunca más volverás a ver a todas las personas que amaste. Pero, aun así, es tan placentero saber que nadie más nunca podrá herirte, que nunca más tendrás que preocuparte por todas las cosas de las que si tenías que, cuando estabas viva. Ya no tienes que creer en nada, sólo debes descansar, dormir y soñar.
-Muchas gracias. Ahora podré bailar, reír, gritar, ser feliz como nunca lo fui. Nunca más, nunca más alguien podrá darme un balazo en la cabeza. Sólo seré feliz... gracias a ti, amado mío... Pero, antes de irme... quisiera que me prometieras algo.
-Dime, lo que quieras que haga lo haré, por muy imposible que sea...
-Prométeme, que cuando me vaya, matarás a todos mis enemigos...
Charlotte se incorporó ligeramente y alcanzó sus labios. El primer y último beso que acabó con su vida, llevándose todo aliento vital, todo latido de su corazón, hasta el último gramo de energía que en su cuerpo pudiera tener. El último beso que la hizo feliz.
Will abrazó el cadáver de su hermosa víctima y lloró silenciosas lágrimas de sangre sobre ella.
Josefina Styles.
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